Resulta curioso, pero es en estas
fechas cuando verdaderamente caemos en la cuenta de que tenemos graves dudas
acerca del protocolo a seguir en la mesa. Ante nuestros exigentes suegros nos
limpiamos sonoramente la nariz con la servilleta, que después depositamos a
escasos milímetros de sus cubiertos, secuestramos sin miramientos el pan del
compañero de mantel y utilizamos el platillo para amontonar los deshechos del
marisco.
Esos pequeños percances nos hacen
pasar un mal rato y crean ante los demás una imagen despreocupada e
irrespetuosa de nosotros. Para evitar estas incómodas situaciones os
recordamos algunas normas básicas que os ayudarán a comportaros
civilizadamente en cada encuentro navideño.
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¿Por qué cubierto
empiezo? La regla más
sencilla respecto a ello es "de fuera a dentro": los primeros que se
utilizan son los más alejados del plato, y los que se utilizan en último lugar
los más próximos al mismo. Entre bocado y bocado los cubiertos se disponen a
ambos lados del plato (uno en la posición de las 8 del reloj y el otro en
disposición de las 4). Cuando se ha finalizado, aunque quede comida, se
dispondrán juntos en paralelo, en la parte derecha central del plato.
Procuraremos no "pringar" el mantel con cubiertos ya usados.
¿Cuál es mi pan? El plato del pan se encuentra ubicado
en la izquierda superior, próxima al plato. Debe trocearse siempre con la mano
(nunca con el cuchillo) y hacerlo encima de su platillo para que las
correspondientes migas no asedien nuestro espacio.
Copa de vino De izquierda a derecha se encuentran primero la copa de
agua, luego la de vino tinto y finalmente la de vino blanco. Las copas deben
ser cogidas cuidadosamente por su pie y no por la copa, ya que así estaríamos
calentando la bebida. Los tragos deben ser discretos y debemos limpiarnos los
labios con la servilleta antes y después de cada sorbo.
Usos y desusos de la servilleta La colocamos sobre nuestro regazo, si es
muy grande podemos doblarla por la mitad. Debe permanecer en esta posición durante
toda la comida, y solo se retira para limpiarnos los labios cuando sea
necesario o en el caso de que nos ausentáramos de la mesa, para por ejemplo
acudir al baño. Al terminar se deja la servilleta ligeramente arrugada sobre el
mantel, nunca sobre el plato, ni tampoco se dobla de nuevo como si nunca se
hubiera utilizado.
Objetos sobre la
mesa: Los abrigos es
preferible dejarlos en el ropero, el bolso deberá colgarse de la silla
procurando no moleste demasiado a los camareros, nunca deberá depositarse en la
mesa, como tampoco ocurrirá con el móvil, aunque tengamos el último y más
completo modelo no es momento ni lugar para alardear de ello.
Bocado a bocado: debemos partir el alimento según vaya comiéndose (no
vale seccionar todo el chuletón en decenas de pedacitos) y llevarnos bocados
pequeños a la boca, recordemos masticar siempre con la boca cerrada y no hablar
con la boca llena.
Tabaco: lo correcto es evitar fumar durante la comida, fundamentalmente
por respeto hacia los no fumadores y niños, y mucho menos levantarse entre
plato y plato para ir a "echar un cigarrito". Lo más adecuado es
esperar al momento del café (aunque esta cláusula con la entrada en vigor en
2010 de la nueva ley antitabaco no será necesario aclararla: estará totalmente
prohibido fumar en recintos públicos cerrados, otra cosa es lo que cada uno
decida hacer en la intimidad de su casa).
Temas de conversación: debemos acomodar la conversación al ritmo de la
comida, sin soltar grandes discursos que monopolicen el encuentro. Normalmente
se aconseja evitar ciertos temas de conversación, como la religión, la política
o el dinero, pues con facilidad desembocan en disputas.

Contratiempos:
Tos y estornudo: Se debe utilizar siempre el pañuelo para amortiguar el
sonido, nunca la servilleta y debemos girar la cabeza hacia el exterior de la
mesa. Lo correcto es pedir disculpas discretamente (tampoco hay que interrumpir
la conversación para anunciar a bombo y platillo nuestra exculpación). Y por
favor no analicéis la marca dejada en el pañuelo y menos aún mostrarla a otros
comensales como si estuviéramos orgullosos de ello (parece muy evidente pero yo
he tenido la desdicha de presenciar este acto en varias ocasiones).
Palillos: La tendencia es a eliminarlos de la mesa, pues no resulta
agradable ver como tus compañeros de mantel hurgan entre los resquicios de su
dentadura para extraer restos de comida. Lo idóneo es acudir al baño, allí en
la más absoluta intimidad podremos deshacernos de esa incómoda molestia bucal.
Cubiertos que se caen: Puede pasarle a cualquiera, pero antes de
agacharnos aparatosamente a tratar de recogerlo para
después plantarlo sucio sobre el mantel, es mejor que avisemos al camarero
para que lo retire y traiga uno nuevo.
Tomar el café: hay que evitar gestos como levantar el
dedo meñique al sujetar la taza, dejar la cucharilla dentro del café mientras
bebemos o hacer mucho ruido al sorber o disolver el azúcar.
Propinas: Aunque no son obligatorias en nuestro país, dar propinas es un
acto de cortesía, que premia o agradece la atención recibida por nuestro
camarero. Normalmente se estipula que hay que dar un 10% del coste total del
banquete, en cualquier caso es preferible pasarse de esa cantidad que quedarse
corto. Aunque por supuesto si la atención ha sido ineficiente estamos en todo
nuestro derecho de no dejar nada.